PANORAMA ECONÓMICO Y RESULTADOS DE FINANZAS PÚBLICAS


La congruencia en la aplicación de la política económica, apoyada en el esfuerzo y perseverancia de la sociedad mexicana, permite al Ejecutivo Federal dar cuenta a esa Soberanía sobre una Nación que, en poco tiempo, ha dejado atrás la emergencia económica más profunda de su historia reciente e iniciado el camino de la recuperación, mismo que habrá de traducirse en los años subsecuentes en un proceso de crecimiento vigoroso y sostenido, que permita el mejoramiento gradual de los niveles de vida de la población.

Como resultado de las medidas adoptadas, el balance de 1996 es cualitativa y cuantitativamente distinto al de los primeros meses de la presente Administración. La evolución del producto interno bruto superó lo previsto, lo que contrasta con la severa contracción observada un año antes; el repunte de la producción se acompañó de una recuperación del empleo, menor inflación, y mayor estabilidad en los mercados financiero y cambiario; el desempeño de las cuentas con el exterior fue acorde con el dinamismo de las exportaciones y con la recuperación de las importaciones, ante el aumento de la actividad económica; las obligaciones gubernamentales de corto plazo fueron refinanciadas, mejorando sustancialmente el perfil de vencimientos y alejando el riesgo de una nueva crisis de liquidez; y las finanzas públicas mantuvieron una posición considerada de equilibrio, a pesar de los efectos de la recesión del ejercicio precedente sobre la recaudación de los impuestos directos, al inicio del año.

Con la estrategia aplicada, al tiempo que se buscó consolidar la estabilización macroeconómica, se avanzó en la reforma estructural, con el propósito de afianzar una base sólida para el crecimiento sostenible en el mediano plazo. Las acciones emprendidas en la materia se encaminaron, por un lado, a mejorar la eficiencia del aparato productivo, a través de la disminución de aquellos costos que se derivan de una regulación excesiva, y por el otro, a establecer incentivos para atraer inversiones privadas en sectores de elevada rentabilidad social. Sobresalen los avances en áreas como ferrocarriles, puertos, telecomunicaciones y petroquímica secundaria. Cabe destacar que los beneficios de las transformaciones estructurales son graduales por naturaleza, razón por la cual su continuidad y congruencia se erigen en un requisito fundamental.

Por su potencial para contribuir al logro de los objetivos nacionales, la concertación social continuó siendo pieza fundamental del programa económico. Al respecto, durante la mayor parte de 1996 estuvo vigente la Alianza para la Recuperación Económica -ARE-, suscrita en octubre de un año antes, y cuyos acuerdos contribuyeron en forma importante a impulsar la reactivación productiva y recobrar empleos, así como al fortalecimiento de la estabilidad. Posteriormente, y con el fin de consolidar los alcances de la ARE, en octubre del ejercicio que se informa se firmó la Alianza para el Crecimiento -ACE-.

El restablecimiento de los equilibrios macroeconómicos indispensables para sustentar un proceso viable de crecimiento, ha tenido en la disciplina fiscal a uno de sus elementos clave. El logro de un balance presupuestal prácticamente de equilibrio favoreció una mayor estabilidad en los mercados financieros, coadyuvando a la tendencia descendente de las tasas de interés, y propició, junto con las políticas monetaria y cambiaria, la reducción de la inflación. Además, tanto las medidas tributarias como la composición del gasto público estimularon el aumento de la inversión privada y el empleo. En todo ello, fue fundamental el estricto apego de las finanzas públicas a lo establecido en los Criterios Generales de Política Económica para 1996, la Ley de Ingresos aprobada por el Honorable Congreso de la Unión, y el Presupuesto de Egresos de la Federación autorizado por la Honorable Cámara de Diputados.

El programa económico aplicado en 1996 cumplió con sus objetivos inmediatos; sin embargo, tampoco se desconoce que aún subsisten los efectos nocivos de la crisis sobre el empleo, los salarios y el bienestar de la población en general. Empero, de no haberse actuado con decisión, responsabilidad y oportunidad, el costo social hubiese sido superior al enfrentado.

En el marco de la estrategia económica adoptada, y con base en los márgenes de maniobra derivados del fortalecimiento de las finanzas públicas, se continuaron promoviendo diversas medidas para mejorar las condiciones de vida de la sociedad, y se amplió el alcance de algunos de los programas aplicados desde 1995. Se distingue el mayor énfasis del gasto público en el desarrollo social; las reformas fiscales orientadas a impulsar el empleo y apoyar el salario; el Programa de Apoyo a Deudores del Fisco Federal; y los nuevos programas de apoyo a deudores del sistema financiero.

En resumen, los rasgos distintivos del contexto económico en que se efectuaron las acciones de las que el Ejecutivo Federal informa a la Honorable Cámara de Diputados fueron: el inicio de la recuperación basado en estabilidad, un mayor ahorro interno y productividad creciente. Ello, sin dejar de reconocer que las secuelas más graves de la crisis aún las padece la población.

Como se mencionó, el entorno favorable y la congruencia de la política económica seguida en 1996 permitieron iniciar la recuperación y sentar bases firmes para el crecimiento armónico y sostenido. El producto interno bruto registró un incremento de 5.1 por ciento en términos reales, superior al previsto en los Criterios Generales de Política Económica del año. Ello se dio en un marco de mayor estabilidad y mejoramiento en los niveles de empleo. En cuanto a su evolución, si bien al inicio reportó una ligera contracción, a partir del segundo trimestre modificó su trayectoria, alcanzando una variación anualizada de 7.6 por ciento en el último trimestre, para ubicarse en un nivel similar al registrado en igual período de 1994. El dinamismo de las exportaciones y el impulso a la inversión pública en infraestructura básica fueron los pilares principales de la recuperación. Adicionalmente, en la segunda parte del año, el mejoramiento del mercado interno influyó en el comportamiento productivo nacional.


 

La reactivación económica se manifestó en todos los sectores productivos. El industrial fue el más dinámico y, en consecuencia, el que más impactó en la evolución del producto, al crecer a una tasa real anual de 10.4 por ciento, que se compara con el descenso de 7.8 por ciento registrado en 1995. De las cuatro grandes divisiones que conforman al sector, en dos se registraron incrementos superiores al promedio. La construcción alcanzó una tasa anual de 11.4 por ciento, debido a los mayores niveles de inversión tanto pública como privada; y las manufacturas con 10.9 por ciento, impulsadas por el crecimiento de las exportaciones y la recuperación de la demanda interna de bienes de capital. Por su parte, la minería se expandió en 8.3 por ciento, dados los favorables niveles de extracción de petróleo crudo y gas natural, y la elevación de la demanda de insumos para apoyar la reactivación de la planta productiva. La generación de electricidad, gas y agua creció 4.5 por ciento, como resultado del aumento en las ventas a la gran industria y al comercio. Al interior de las manufacturas, ocho de sus nueve divisiones registraron variaciones reales positivas. La tasa más significativa fue la de productos metálicos, maquinaria y equipo, con 21.4 por ciento; seguida de las industrias metálicas básicas, con 19.9; textiles, prendas de vestir e industria del cuero, 18.5; otras manufacturas, 13.1; minerales no metálicos, 11.4; química y sus derivados, 5.8; madera y sus productos, 5.0; y alimentos, bebidas y tabaco con 3.2 por ciento. En la división de papel, imprenta y editoriales, el nivel de producción fue similar al de un año antes.

El sector servicios, que responde en mayor medida al desempeño de la demanda interna, mostró un incremento real de 3.1 por ciento. Sobresale el rubro de transporte, almacenamiento y comunicaciones con 8.7 por ciento, influido por el elevado volumen de carga transportada y almacenada, así como por la evolución de los servicios de comunicación. El rubro de comercio, restaurantes y hoteles creció 4.1 por ciento, como resultado del aumento en las ventas mayoristas. Los renglones de servicios financieros, seguros y bienes inmuebles, y servicios comunales, sociales y personales fueron superiores en 1.4 y 1.0 por ciento, respectivamente. Las actividades que se agrupan en estas grandes divisiones presentaron comportamientos dispares; por un lado aumentaron los servicios profesionales, de alquiler, de esparcimiento, de reparación y los educativos; en tanto que se contrajeron los servicios médicos y de administración pública.

El sector agropecuario, silvicultura y pesca creció sólo 1.2 por ciento real, apoyado en el desempeño favorable de la agricultura y la silvicultura, que contrastó con la caída reportada en la ganadería y la pesca. En el caso de la agricultura, fue determinante el incremento anual de 8.5 por ciento en el volumen producido de los diez granos básicos, a que dieron lugar: la mejoría en el rendimiento de algunos cultivos, como el ajonjolí, sorgo, cártamo, cebada y algodón; el aumento en el número de áreas cosechadas; y la incorporación de nuevas técnicas de cultivo. Por su parte, la caída reportada en la ganadería fue consecuencia de la prolongada sequía que aquejó en los últimos años a diversas regiones del norte del país, así como de la menor demanda de algunos productos cárnicos.

Desde la perspectiva de la demanda, la recuperación económica descansó en todos sus rubros. Su evolución indica que las exportaciones mantuvieron su vigor a lo largo del año, en tanto que la inversión y el consumo lo hicieron a partir del segundo trimestre. Así, las ventas al exterior se constituyeron en el elemento más dinámico, al alcanzar una tasa anual de 18.7 por ciento en términos reales, inducida por el crecimiento que experimentaron las economías de los principales socios comerciales del país, y la mayor competitividad de los productos nacionales. La formación bruta de capital, después de observar una severa contracción de 29.0 por ciento en 1995, se incrementó en 17.7 por ciento. La inversión privada participó con 77.0 por ciento del total y se expandió en una tasa anual de 15.8 por ciento, atribuible fundamentalmente al clima de estabilidad económica y a la efectividad de la política de estímulos fiscales. La inversión pública aumentó 24.7 por ciento en igual período, debido al propósito expreso de fortalecer la infraestructura en sectores estratégicos. Por su parte, el consumo presentó una ligera recuperación anual al crecer 2.5 por ciento, que contrasta con la caída de 8.4 por ciento de 1995. En cuanto a sus componentes, el privado se elevó 2.3 por ciento, en tanto que el público lo hizo en 3.7 por ciento. La disminución de la inflación, junto con la efectividad de los programas de apoyo a deudores y la recuperación del empleo, influyeron en este resultado.

El repunte de la actividad económica se reflejó en una recuperación de los niveles de empleo. En ello también influyó la operación de diversos programas orientados a impulsar la generación de fuentes de trabajo, como el de Conservación de Caminos Rurales con Uso Intensivo de Mano de Obra, y el de Empleo Temporal, así como la ampliación de los relacionados con las becas para capacitación. Las cifras del IMSS, referidas al sector formal de la economía, muestran que en diciembre el número de asegurados permanentes fue mayor en 7.8 por ciento a lo registrado en igual mes de un año antes. Con respecto a diciembre de 1994, este indicador resultó superior en 294.5 miles de puestos de trabajo. Por su parte, el total de trabajadores asegurados, que incluye a eventuales, aumentó 8.8 por ciento en igual lapso y alcanzó un nivel similar al registrado en diciembre de 1994, con lo cual se confirma la recuperación de los empleos perdidos con la crisis. El desempeño sectorial del empleo fue congruente con la situación observada a nivel de la producción. De esta manera, en la industria se presentó el mayor dinamismo al alcanzar una tasa anual de 11.5 por ciento, asociada principalmente al incremento de la ocupación en las manufacturas; la recuperación en los sectores de comercio y servicios fue de menor magnitud, con tasas de 6.1 y 5.3 por ciento, respectivamente.


 

De acuerdo con información del INEGI, la tasa de desempleo abierto mostró una importante disminución al ubicarse durante el último mes del año en 4.1 por ciento de la población económicamente activa, la proporción más baja de los últimos 24 meses. El promedio anual de esta variable fue de 5.5 por ciento, tasa inferior en 2.1 puntos porcentuales respecto a la observada en agosto del año anterior, cuando se registró el nivel más alto de desempleo abierto en el país.

El mejoramiento del poder adquisitivo de los salarios continuó siendo una prioridad de la estrategia económica. Al efecto, en el marco de la ARE se convino elevar el salario mínimo en 10.0 por ciento a partir de abril de 1996, mismo que posteriormente fue modificado por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos a 12.0 por ciento. Con la firma de la ACE se acordó una nueva revisión de 17.0 por ciento a partir del 3 de diciembre, con lo cual se acumuló un incremento nominal promedio de 24.2 por ciento. Cabe señalar que el aumento concertado en el último mes, fue superior a la inflación esperada de 15.0 por ciento para 1997. Por su parte, los salarios contractuales, sin incluir el bono de productividad, registraron un crecimiento anual promedio de 21.0 por ciento en términos nominales. Además de las revisiones salariales, mediante diferentes medidas aplicadas en el ámbito fiscal y de gasto público se buscó apoyar el bienestar de la población, especialmente la más vulnerable.


 


 

El proceso inflacionario presentó una trayectoria descendente a lo largo de 1996. La disciplina en el manejo de las políticas fiscal y monetaria fueron los elementos centrales en los resultados obtenidos. El incremento acumulado del índice nacional de precios al consumidor fue de 27.7 por ciento, frente a 52.0 por ciento de un año antes. Cabe señalar que en los meses de abril y diciembre se observó un ligero repunte, debido a los ajustes al salario mínimo y a los precios de los bienes y servicios públicos acordados en el marco de la ARE y de la ACE. La reducción de la inflación se logró en un contexto caracterizado por el pleno abasto de mercancías, alcanzándose un índice promedio anual de 98.5 por ciento, superior en 0.6 puntos porcentuales al registrado en 1995.

La estrategia económica reconoce que la viabilidad de un crecimiento sostenido depende de un sector financiero eficiente y cada vez más competitivo, que promueva la generación de una base amplia y estable de ahorro de largo plazo para el financiamiento de la inversión. Para ello, a lo largo de 1996 se impulsaron diversas reformas orientadas a fomentar el ahorro interno; se continuó promoviendo la adecuación del marco regulatorio del sector; y se fortalecieron los programas de apoyo a deudores.

Con la expedición en 1995 de la nueva Ley del Seguro Social, se sentaron las bases para modificar el sistema de pensiones, a fin de hacerlo más justo y equitativo y, al mismo tiempo, propiciar la generación de ahorro de largo plazo. La reforma se concretó en 1996 con la expedición de la Ley de los Sistemas de Ahorro para el Retiro y de su Ley Reglamentaria. A partir de esta nueva legislación, el anterior sistema de pensiones, sustentado en una cuenta concentradora, se sustituye por uno de cuentas individuales de retiro con intereses capitalizables. La administración de los fondos estará a cargo de instituciones financieras privadas denominadas Administradoras de Fondos para el Retiro -AFORES-, mismas que serán elegidas libremente por cada trabajador. Las AFORES manejarán los recursos por medio de las Sociedades de Inversión Especializadas de Fondos para el Retiro -SIEFORES-, las cuales operarán bajo un esquema de regulación y supervisión del Gobierno Federal por medio de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro -CONSAR-. A través de este esquema será posible contar con fondos para aquellos proyectos que, por su naturaleza, requieren de períodos largos de maduración y que al mismo tiempo ofrecen grandes beneficios sociales, como los de infraestructura y vivienda.

Con el fin de mejorar los mecanismos de regulación y supervisión de las instituciones financieras y reducir los riesgos futuros, se promovieron diversas reformas a las leyes de Instituciones de Crédito, General de Organizaciones y Actividades Auxiliares del Crédito, para Regular las Agrupaciones Financieras y del Mercado de Valores. A partir de estas modificaciones se impulsaron una serie de acciones y medidas orientadas a reforzar la seguridad jurídica y la confianza de los participantes; dotar de mayor orden y transparencia a las operaciones; elevar la solidez financiera de los intermediarios; promover la igualdad de oportunidades y evitar prácticas nocivas; y crear una base sólida para la puesta en marcha de nuevas alternativas de ahorro y financiamiento para el desarrollo.

Entre las disposiciones derivadas de la nueva reglamentación, sobresalen:

En complemento a estas medidas, y con el propósito de fomentar la eficiencia en un entorno más competitivo, se promovió una mayor participación extranjera en el capital social de las instituciones financieras.

La consolidación de la estabilidad en el sector financiero es un objetivo prioritario de la estrategia de mediano plazo. Por ello, se prosiguió con el diseño y operación de programas destinados a apoyar a familias y empresas con problemas de sobreendeudamiento y para fortalecer al sistema financiero.

En ese sentido, durante 1996 continuaron en operación:

Adicionalmente, se pusieron en marcha nuevos programas, entre los que destacan:

Adicionalmente, en junio se constituyó una empresa subsidiaria del Fondo Bancario de Protección al Ahorro -FOBAPROA- denominada Valuación y Venta de Activos, S.A., cuya principal función consiste en diseñar y aplicar esquemas de venta de los activos que conforman la cartera del fondo. A través de dichos esquemas se buscará generar el mayor ingreso posible para la institución, procurando maximizar el valor presente neto de las carteras a enajenar.

Los resultados obtenidos mediante la aplicación de las medidas antes señaladas fueron positivos. Los beneficios se han visto reflejados no sólo en el mejoramiento de la capacidad de pago de las familias y empresas que se encuentran en alguno de estos programas, sino también en una significativa contención del crecimiento de la cartera vencida. También representaron un importante apoyo para los bancos, al permitirles obtener niveles de capitalización y de reservas preventivas por arriba de los requerimientos mínimos.

En el orden alcanzado por los mercados financieros y, por ende, en la disminución de la inflación, la política monetaria continuó desempeñando un papel determinante. Al efecto, la estrategia seguida por el Banco de México se sustentó en el ajuste diario de la oferta de dinero primario, de acuerdo con la demanda esperada de base monetaria, así como en el adecuado manejo del crédito interno neto1/. Así, el Instituto Central estableció límites para la expansión de la base monetaria y el crédito interno neto, por 18.0 y 15.0 mil millones de pesos, respectivamente. Merece destacarse que, con el propósito de no incurrir en presiones inflacionarias adicionales, se esterilizaron los impactos monetarios del FOBAPROA y del Fondo de Apoyo al Mercado de Valores -FAMEVAL-.


1/ A partir de 1996 el Banco de México modificó la definición de crédito interno neto, con el propósito de evitar que dicho agregado se vea afectado por la recepción o amortización de los financiamientos de este Instituto con el Fondo Monetario Internacional -FMI-. De esta manera, el crédito interno neto se define como la diferencia entre los saldos de la base monetaria y de los activos internacionales netos, entendiéndose estos últimos como la reserva bruta más los créditos de convenios con bancos centrales a más de seis meses, menos los pasivos con el FMI y los pasivos a menos de seis meses de convenios con bancos centrales.


 

A lo largo del año el nivel del crédito interno neto se mantuvo dentro de los límites establecidos por el Banco de México. Al 31 de diciembre su saldo se ubicó en 38 mil 118.0 millones de pesos, monto inferior en 28 mil 260.0 millones con respecto al nivel observado al cierre de 1995. La contracción de esta variable se combinó con el aumento mostrado por los activos internacionales netos, de manera que la base monetaria se comportó conforme a lo previsto por el Instituto Central.

La base monetaria, definida como la suma de los billetes y monedas en circulación y el saldo neto de las cuentas corrientes que el Banco Central lleva a las instituciones de crédito, registró al cierre del año un nivel de 83 mil 991.0 millones de pesos, lo que representó un incremento anual de 17 mil 182.0 millones, monto inferior en 818.0 millones de pesos al aumento esperado para esta variable. Por su parte, los activos internacionales netos se ubicaron, al 31 de diciembre, en 5 mil 829.0 millones de dólares, cifra que superó en 5 mil 864.0 millones lo registrado un año antes. El último resultado se atribuye a las transacciones cambiarias que el Banco de México realizó de manera cotidiana con el sector público, principalmente por la compra de divisas a PEMEX, así como por la adquisición de dólares a instituciones de crédito, producto del ejercicio de las opciones de venta de divisas al Instituto Central.


 

La política cambiaria continuó operando bajo el esquema de libre flotación, mediante el cual las fuerzas del mercado determinan el curso del tipo de cambio. En el ejercicio que se reporta, la consolidación del mercado de futuros del peso y la presencia de un número cada vez mayor de participantes en el mismo, reafirmaron la existencia de mecanismos de regulación y control de los riesgos cambiarios, que han permitido reducir su volatilidad y ubicar la cotización del peso frente al dólar en niveles más estables que los registrados en 1995. Las perspectivas de crecimiento económico, menor inflación, la afluencia de recursos provenientes del superávit en el comercio exterior, y la consolidación del acceso a los mercados voluntarios de capital, son los principales factores que explican esta relativa estabilidad.

En complemento de las medidas anteriores, la Comisión de Cambios anunció en agosto un nuevo esquema para acumular reservas internacionales, a través del cual el Banco Central subasta derechos de venta de dólares el último día hábil de cada mes. Estos se pueden ejercer total o parcialmente dentro del mes inmediato siguiente al de la subasta respectiva. Con el nuevo mecanismo se favorece la compra de dólares cuando el mercado está ofrecido y la inhibe cuando se encuentra demandado. De agosto a diciembre, el Banco de México realizó seis subastas por un total de un mil 230.0 millones de dólares, de los cuales se ejercieron 909.0 millones.

La estabilidad macroeconómica, junto con las mejores expectativas por parte de los agentes productivos, se tradujeron en un desempeño favorable de las variables financieras. En 1996 las tasas de interés mostraron una trayectoria descendente, con ligeros repuntes provocados por presiones de liquidez de origen estacional, así como por el incremento, durante abril, de los precios y tarifas públicos y de los salarios. Al cierre del año las tasas nominales de los CETES a 28 días y el Costo Porcentual Promedio -CPP- se ubicaron en 27.25 y 26.97 por ciento respectivamente, mismas que contrastan con las observadas en el ejercicio precedente de 46.81 y 46.54, en cada caso. Por su parte, las tasas bancarias de referencia, TIIE y TIIP, se redujeron de 48.85 y 48.80 por ciento en diciembre de 1995, a 28.64 y 29.93, en igual mes de 1996. Adicionalmente, en el año se inició el cálculo de una nueva tasa denominada Costo de Captación a Plazo, cuyo principal objetivo es determinar el costo de la captación y sustituir en el mediano plazo al CPP. Al cierre del ejercicio esta tasa se ubicó en 28.19 por ciento.


 

Los niveles de ahorro experimentaron una recuperación. El ahorro financiero -M4 menos billetes y monedas en poder del público- mostró en diciembre un crecimiento anual de 3.3 por ciento real, frente a una reducción de 20.4 por ciento del año previo. La mejoría de este indicador se explica, principalmente, por el repunte de la tenencia de valores gubernamentales por parte del sector privado no financiero, misma que pasó de una disminución real de 55.4 por ciento en 1995 a un incremento de 8.1 por ciento en 1996, también a precios constantes. Su participación en el total del ahorro pasó de 11.7 a 12.2 por ciento en igual período. Las aportaciones al SAR registraron un dinamismo anual de 28.1 por ciento en términos reales, con lo cual su contribución en el ahorro ascendió a 7.3 por ciento. Por su parte, la captación bancaria aumentó 1.6 por ciento real y su aportación al ahorro se redujo en 1.3 puntos porcentuales, para colocarse en 77.2 por ciento. En este resultado se conjugó el crecimiento de 0.1 por ciento real en la captación de la banca múltiple y de 13.0 por ciento de la banca de desarrollo.

El financiamiento de la banca múltiple al sector privado no bancario, que incluye los recursos del FOBAPROA y la reestructuración de cartera en UDI’s, registró una caída anual de 11.6 por ciento real, que se compara con la contracción de 18.0 por ciento observada en igual período de 1995.

El desempeño de las cuentas con el exterior fue, en términos generales, acorde con lo previsto. En su evolución influyeron, al menos, tres factores: la permanencia del dinamismo de las exportaciones; la reactivación de las importaciones, en respuesta al crecimiento de la actividad económica; y la consolidación de la presencia de México en los mercados internacionales de capital.


 

En 1996 por segundo año consecutivo fue posible lograr un superávit en la balanza comercial, mismo que se ubicó en 6 mil 531.0 millones de dólares. En la consecución de este resultado, las exportaciones se erigieron en un elemento fundamental. Los beneficios obtenidos con la apertura comercial y la celebración de tratados de libre comercio, junto con la mayor competitividad de los productos nacionales derivada de los avances en el cambio estructural y las condiciones favorables del mercado petrolero, fueron los principales factores que influyeron en el comportamiento de las ventas al exterior. Su monto ascendió a 95 mil 999.8 millones de dólares, lo que implicó un incremento anual de 20.7 por ciento, el cual estuvo influido, básicamente, por el dinamismo de los sectores manufacturero y petrolero. Al interior de las manufacturas destacan las exportaciones diferentes de la maquila, que registraron una expansión anual de 22.4 por ciento. Por su parte, los productos petroleros crecieron 38.4 por ciento, como resultado del aumento en el precio del crudo mexicano de exportación y el volumen promedio diario exportado de 20.6 y 18.3 por ciento, respectivamente.

Las importaciones se ubicaron en 89 mil 468.8 millones de dólares, lo que significó un dinamismo anual de 23.5 por ciento, que se compara con la contracción de 8.7 por ciento registrada en 1995. La recuperación observada se relaciona, en gran medida, con la reactivación de la economía y el crecimiento del sector exportador. Por tipo de bien, los de capital aumentaron 25.6 por ciento; los de consumo, 24.8; y los intermedios, 23.1 por ciento. Dentro de estos últimos destacan las compras de insumos para empresas diferentes de la maquila, que alcanzaron una tasa anual de 28.4 por ciento.

Por su parte, la balanza de servicios no factoriales y la de transferencias fueron superavitarias en 548.1 y 4 mil 531.0 millones de dólares, en cada caso. Este resultado, junto con el saldo positivo de la balanza comercial, permitió contrarrestar parcialmente el déficit de la balanza de servicios factoriales, mismo que ascendió a 13 mil 532.3 millones de dólares y que se explica principalmente por el pago de intereses.

Como resultado de lo anterior, la cuenta corriente de la balanza de pagos registró un déficit por un mil 922.2 millones de dólares, que se compara con el registrado en 1995 por un mil 576.7 millones.

La cuenta de capital presentó un superávit de 3 mil 322.7 millones de dólares. Dicho comportamiento estuvo asociado al importante flujo de capitales que ingresaron al país por concepto de inversión extranjera directa y de cartera y, en menor medida, al financiamiento externo obtenido por el sector privado no bancario. Estos factores compensaron la amortización neta de deuda externa efectuada por el sector público, misma que se relaciona con el pago parcial anticipado de los recursos del fondo de estabilización, convenido en 1995 con el gobierno de los Estados Unidos de América.

Las operaciones por préstamos y depósitos con el exterior implicaron egresos por 11 mil 993.5 millones de dólares. Ello se explica por dos factores: el desendeudamiento neto del sector público, del Banco de México y de la banca comercial por 8 mil 917.7, 3 mil 523.8 y un mil 520.0 millones de dólares, respectivamente; y el endeudamiento neto del sector privado no bancario por un mil 968.0 millones. Por su parte, la captación de inversión extranjera directa -IED- ascendió a 7 mil 618.7 millones de dólares, monto inferior en 20.0 por ciento al registrado en 1995. En tanto, la inversión extranjera en cartera revirtió su trayectoria descendente de un año antes, al ingresar 14 mil 153.8 millones de dólares, favorecida por la colocación de valores en los mercados internacionales.

El saldo positivo de la cuenta de capital permitió compensar el déficit en cuenta corriente y aumentar en un mil 768.2 millones de dólares las reservas internacionales del Banco de México, cuyo saldo al 31 de diciembre fue de 17 mil 509.2 millones.

En 1996 se procedió con la convicción de que, los objetivos de crecimiento y empleo sólo podrán alcanzarse si al tiempo que se avanza en la consolidación de la estabilidad, se profundiza el cambio estructural. En este sentido, durante el ejercicio se buscó incentivar una mayor inversión en sectores clave de la economía y elevar su productividad y competitividad. Para ello, se aprobaron importantes adecuaciones al marco jurídico orientadas a eliminar la regulación excesiva y a establecer incentivos al capital privado, a fin de alentar su participación en sectores de alta rentabilidad. Sobre el particular, destacan las siguientes medidas y resultados:

La solidez de las cuentas fiscales se erigió en un pilar fundamental de la estabilidad y el impulso a la recuperación de las actividades productivas. Al efecto, desde el programa original de finanzas públicas para 1996, se enfatizó en la necesidad de redoblar esfuerzos para garantizar la viabilidad de la estrategia económica. Se planteó como meta obtener un balance público equilibrado, que contribuyera a evitar presiones adicionales sobre los mercados financieros y la inflación, y que al mismo tiempo estimulara la reactivación productiva. La adopción de una política tributaria que conjugara sus propósitos recaudatorios con su función promotora, aunada al manejo disciplinado y a la reorientación selectiva del gasto público, constituyeron las bases para el logro de los objetivos planteados. Para enfrentar situaciones imprevistas, el proyecto se elaboró considerando supuestos moderados para el precio del petróleo de exportación e incorporó el costo de los programas de saneamiento financiero.

Con el propósito de alcanzar las metas establecidas, la política de ingresos federales se orientó a asegurar un financiamiento sano del gasto de los tres órdenes de gobierno, estimular una asignación eficiente de los recursos entre sectores y regiones, y alentar la dinámica de la producción nacional. En este sentido, se otorgaron estímulos fiscales para promover la inversión y la generación de empleos; se profundizó en la simplificación administrativa; y se fortaleció la seguridad jurídica para los contribuyentes. En complemento a lo anterior, se promovió la modernización de la gestión tributaria y la distribución más racional de recursos, atribuciones y responsabilidades entre los distintos niveles de gobierno.

Por su parte, la política de precios y tarifas públicos, además de coadyuvar a reducir la inflación, contribuyó al fortalecimiento de la situación financiera del sector paraestatal, impulsó la producción y abasto suficiente y oportuno de los bienes y servicios estratégicos, y protegió el consumo de la población de menores recursos. Las medidas adoptadas se continuaron apoyando en la concertación social y en la estrategia de ajustes conforme a los parámetros internacionales, el equilibrio en la relación precio-costo, y los mercados y sectores de destino.

El ejercicio del gasto público se circunscribió a la disponibilidad de recursos, coadyuvando así a la estabilidad macroeconómica. Bajo un contexto en donde se autorizaron modificaciones fiscales que implicaron un costo importante para el Gobierno Federal, el esfuerzo de reducción del gasto se efectuó en el de naturaleza corriente de carácter prescindible. En la atención de los programas de alto impacto social y el impulso a la inversión pública, fue determinante la adecuada orientación de las erogaciones. Mediante la racionalidad y disciplina en el ejercicio del presupuesto, fue posible mejorar su calidad y efectividad.

Ante la solidez de las finanzas gubernamentales, la política de deuda pública se orientó a continuar mejorando las condiciones bajo las cuales se encuentran contratados los pasivos, en términos de costo y plazo. Con ello, además de contribuir a fortalecer los equilibrios macroeconómicos indispensables para la recuperación del crecimiento, fue posible abrir espacios presupuestales para apoyar las metas económicas y sociales, así como los programas de saneamiento financiero.


 

Como resultado del manejo disciplinado de las finanzas públicas, en 1996 fue posible obtener un balance presupuestario considerado de equilibrio. Además, ello se acompañó de un importante esfuerzo para atender de manera prioritaria el gasto social y de infraestructura, incrementar las participaciones estatales en los ingresos federales, y cubrir el costo asociado a los programas FOPYME y FINAPE, así como la cancelación de pasivos del FOBAPROA. De excluirse los 20 mil 500.0 millones de pesos pagados a estos últimos, el balance presupuestario alcanzaría una posición superavitaria, equivalente a 0.8 puntos del producto.


 

El balance primario del sector público presupuestario -balance presupuestario menos el costo financiero de la deuda- se ubicó en un nivel de 4.3 por ciento con relación al tamaño de la economía, esto es 0.1 puntos porcentuales por arriba del alcanzado en 1995. Este resultado obedeció a la favorable evolución de los ingresos, lo que aunado a un menor pago de intereses, permitió cubrir el aumento de las participaciones asignadas a los estados y municipios, y ampliar el gasto programable sin afectar el equilibrio fiscal.


 

A los resultados anteriores, se suma la favorable evolución del ahorro corriente, que presentó un incremento anual de 17.0 por ciento real, liberando recursos para brindar un mayor impulso a la inversión pública.

El comportamiento de los ingresos del sector público presupuestario fue determinante en el fortalecimiento de las cuentas fiscales. Al compararse con la cifra estimada en la Ley de Ingresos, éstos fueron superiores en 7.4 por ciento y en 5.3 por ciento real respecto a lo captado en 1995. Su proporción en el producto mantuvo el nivel de un año antes, al situarse en 22.8 por ciento. Lo anterior refleja, principalmente, el dinamismo de los ingresos petroleros, que rebasaron en 11.4 por ciento la previsión y en 12.8 por ciento real lo registrado en 1995. El mayor precio y volumen de petróleo exportado, explica dicho resultado.

 

EVOLUCION DE LAS FINANZAS PUBLICAS
( Millones de Pesos )


     1 9 9 5              1     9     9     6 Variaciones Respecto a:
C O N C E P T O P R E S U P U E S T O Presupuesto Original      1 9 9 5
    Ejercido Original Ejercido Importe % %  Real*
BALANCE PRIMARIO 76 576.7 88 011.2 108 789.2 20 778.0 23.6 7.9
BALANCE PRESUPUESTARIO (7 044.5) (240.0) (810.9) (570.9) ** (91.3)
Ingresos Presupuestales  1/ 418 882.6 540 729.9 580 722.0 39 992.1 7.4 5.3
   Petroleros 148 799.4 198 367.3 220 935.7 22 568.4 11.4 12.8
   No Petroleros 270 083.2 342 362.6 359 786.3 17 423.7 5.1 1.2
Gasto Neto Presupuestal Pagado 425 927.1 540 969.9 581 532.9 40 563.0 7.5 3.7
   -Gasto Pagado en Trámite  
   -Adefas Pagadas 6 530.6 10 376.0 3 531.4 (6 844.6) (66.0) (58.9)
  +Adefas a Pagar 3 797.6 12 748.1 5 888.8 (6 859.3) (53.8) 17.8
Gasto Neto Devengado  1/ 423 194.1 543 342.0 583 890.3 40 548.3 7.5 4.8
   Gasto Programable 290 423.6 381 849.5 403 449.5 21 600.0 5.7 5.5
   Gasto no Programable   132 770.5 161 492.5 180 440.8 18 948.3 11.7 3.2

*  Deflactado con el índice de precios implícito del producto interno bruto.
**  Superior a 100 por ciento.
1/  En ejercido 1995 y 1996 excluye 16 539.5 y 12 272.4 millones de pesos respectivamente,
por concepto de intereses compensados.
FUENTE:  Poderes Legislativo y Judicial, Organos Autónomos, Dependencias del
Gobierno Federal y Entidades del Sector Paraestatal de Control Presu-puestal Directo.

 

Los ingresos no petroleros superaron la estimación original en 5.1 por ciento, y lo alcanzado el año previo en 1.2 por ciento real. Ello se asocia con el favorable desempeño de la recaudación no tributaria, y dentro de ésta de los recursos derivados de los excedentes de operación que obtuvo BANXICO. Por su parte, las fuentes tributarias no petroleras registraron un crecimiento anual de 1.4 por ciento real, ritmo inferior al observado por la actividad económica. De esta manera, su relación con el producto disminuyó de 7.8 a 7.5 por ciento, entre 1995 y 1996. Tal comportamiento se explica, al menos, por dos factores: el costo asociado a los estímulos fiscales otorgados para impulsar la inversión y el empleo; y el impacto que la contracción económica de 1995 tuvo sobre la imposición directa, dados sus calendarios de pago.

En contraste, los recursos provenientes del sector paraestatal, excluyendo PEMEX, registraron una caída real de 2.5 por ciento, atribuible a las menores cuotas de seguridad social captadas por el IMSS; la reducción de la participación de CONASUPO en la comercialización de granos básicos; y la disminución de las ganancias financieras que reportaron algunas entidades.

El dinámico desempeño de los ingresos públicos se tradujo en un aumento de los márgenes de maniobra del presupuesto. El gasto neto devengado superó en 7.5 por ciento a la meta y en 4.8 por ciento real a lo registrado en 1995. Así, su peso relativo en el producto mantuvo un nivel similar al del ejercicio precedente.

El gasto programable rebasó en 5.7 por ciento al proyecto y en 5.5 por ciento real al observado el ejercicio previo. Su nivel en el tamaño de la economía, fue de 15.9 por ciento, ligeramente superior al de un año antes. En cuanto a su estructura, se distingue el mayor peso relativo del gasto de capital, al pasar de 20.9 a 23.4 por ciento, entre 1995 y 1996; en tanto que, las erogaciones corrientes se redujeron en la misma magnitud, al participar con el restante 76.6 por ciento. En congruencia con la prioridad conferida al desarrollo social, los recursos destinados a la atención de los servicios de educación, salud, laboral, desarrollo urbano, abasto social y nutrición, y a la superación de la pobreza, concentraron más de 50.0 por ciento del gasto programable sectorial, al registrar un crecimiento anual de 2.3 por ciento real.

Las erogaciones de naturaleza corriente superaron la meta en 3.1 por ciento y lo reportado un año antes en 2.1 por ciento en términos reales. El carácter social del presupuesto da cuenta del comportamiento observado. En efecto, el propósito expreso de apoyar las acciones orientadas a la ampliación de la cobertura de los programas con impacto en el bienestar de la población influyó en el crecimiento del capítulo de materiales y suministros. No obstante, resalta el esfuerzo logrado en el renglón de servicios generales, que reportó una disminución anual de 2.8 por ciento real, como resultado de las medidas orientadas a racionalizar el uso de teléfono, electricidad, agua, arrendamientos, asesorías y otros.

De conformidad con la importancia conferida al fortalecimiento de la infraestructura social y económica del país, la inversión pública presupuestaria -inversión física directa más las aportaciones de capital a las entidades de control presupuestal indirecto- mostró un aumento anual de 10.2 por ciento real y de 1.9 por ciento con relación al presupuesto original. Con estos recursos fue posible apoyar, en mayor medida los sectores Desarrollo Regional y Urbano; Energético; Desarrollo Agropecuario, y Comunicaciones y Transportes, que en conjunto absorbieron 79.9 por ciento del total.

En materia de inversión financiera, sobresale la creación de un fondo de PEMEX que se destinará a la inversión física del organismo en 1997, mismo que se constituyó con los ingresos extraordinarios provenientes del mayor volumen y precio del petrólero crudo exportado.

El gasto no programable rebasó la meta en 11.7 por ciento y en 3.2 por ciento real al ejercido en 1995. La primera variación se explica, básicamente, por la transferencia de recursos al FOBAPROA, para la cancelación de pasivos generados en ese fondo, y para cubrir los costos asociados a los programas FOPYME y FINAPE, por un total de 20 mil 500.0 millones de pesos, misma que no estaba considerada en el proyec-to original. Por su parte, el incremento anual se relaciona con los mayores montos de participaciones que se otorgaron a los estados y municipios. El comportamiento de los intereses, comisiones y gastos de la deuda fue acorde con lo previsto, al superar en sólo 1.0 por ciento el monto estimado para el año y registrar una caída anual de 1.4 por ciento real. Un tipo de cambio y tasas de interés distintas a las contempladas en la elaboración del presupuesto, dan cuenta de la primera diferencia; en tanto que, la caída anual se atribuye a las menores tasas de interés internas y a la efectividad de la estrategia orientada a mejorar las condiciones de contratación del débito público. Con relación al tamaño de la economía, el costo de la deuda se ubicó en 3.5 por ciento, nivel inferior en 0.2 puntos porcentuales a lo reportado un año antes.

Durante 1996 la política de deuda pública contribuyó a fortalecer las condiciones necesarias para la recuperación económica, al tiempo que favoreció la generación de márgenes presupuestales para cubrir las prioridades sociales y económicas. Al respecto, la estrategia se orientó fundamentalmente al refinanciamiento de la deuda pública, mejorando gradualmente el perfil de vencimientos y el costo del débito público. Entre las operaciones efectuadas en el año sobresalen, en el frente interno, la cancelación final de los TESOBONOS, la mayor colocación de BONDES y la emisión de UDIBONOS; en tanto que, en el externo resaltan la cancelación parcial de los Bonos Brady y el pago anticipado de parte de los recursos del paquete de apoyo financiero negociado un año antes con el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de América.

Sobre la base de los logros obtenidos, se reconoce que 1996 ha sido un año de consolidación e inicio de la recuperación. La estabilidad macroeconómica y los alentadores niveles de producción y empleo, confirman que hoy la Nación cuenta con cimientos más firmes para edificar un crecimiento vigoroso y sostenido. Sin embargo, aún quedan importantes retos por superar, particularmente en materia social, mismos que habrán de enfrentarse de manera responsable y con la convicción de que en los próximos años, los esfuerzos se traducirán en un incremento gradual de los niveles de vida de la población.