Cuenta de la Hacienda Pública Federal 1997

PANORAMA ECONÓMICO Y RESULTADOS DE FINANZAS PÚBLICAS


El informe que el Ejecutivo Federal presenta a esa Soberanía sobre los fundamentos y alcances de las medidas adoptadas durante 1997 en materia de política económica y particularmente de finanzas públicas, permite afirmar que con la fortaleza de las instituciones y el trabajo y esfuerzo de todos los mexicanos, se continuó avanzando en la dirección correcta. Los logros son producto de una estrategia responsable y congruente, cuyas bases se establecieron desde que se presentó la emergencia económica al principio de la Administración y, posteriormente, se trazaron en el Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000, detallándose hacia el futuro en el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo 1997-2000 -PRONAFIDE-. No obstante, se reconoce que la mejoría en los indicadores macroeconómicos no trasciende aún a toda la población, lo que obliga a persistir en la estrategia seguida, conscientes de que con ello se cumplirá dicho objetivo.

Como consecuencia de las medidas aplicadas, el balance de 1997 refleja que los resultados no sólo fueron satisfactorios, sino que se superaron los pronósticos en los rubros más relevantes. El ritmo de la producción nacional, además de rebasar al estimado originalmente, fue el mayor registrado en los últimos 16 años, al sustentarse en el restablecimiento del mercado interno y en el mantenimiento de la actividad exportadora; el empleo siguió mostrando una tendencia positiva y se inició la recuperación de los salarios reales en algunos sectores; la inflación continuó descendiendo en condiciones de pleno abasto; los flujos sin precedente de inversión extranjera directa financiaron con creces el déficit en cuenta corriente y permitieron una importante acumulación de reservas internacionales; los mercados financieros refrendaron su estabilidad; la deuda pública prosiguió reconfigurando su perfil y reduciendo su costo, a efecto de que no constituya más un factor de desequilibrio y vulnerabilidad; y las finanzas públicas mantuvieron una sólida posición, que posibilitó destinar más recursos al desarrollo social y a la inversión, y hacer frente a los costos derivados de los programas de apoyo a deudores, de saneamiento del sistema financiero y de la reforma a la seguridad social.

Situar a la economía en una trayectoria de crecimiento sostenido con estabilidad requirió de la estricta aplicación de las políticas fiscal y monetaria, de fomento al ahorro y la profundización del cambio estructural dirigido a promover la eficiencia del aparato productivo.

La conducción responsable de las políticas fiscal y monetaria coadyuvó a consolidar la estabilidad macroeconómica y ampliar la base del ahorro interno, elementos indispensables para sustentar el proceso de crecimiento. El esfuerzo fiscal buscó, por un lado, la estrecha coordinación de las políticas de ingreso y gasto, a efecto de cuidar que su desempeño no fuese un factor de desequilibrio económico y, por otro, estimular la inversión y el empleo, mediante la reorientación de las erogaciones y la concesión de estímulos fiscales. Para ello, el manejo de las finanzas públicas se circunscribió a lo establecido en los Criterios Generales de Política Económica, la Ley de Ingresos aprobada por el Honorable Congreso de la Unión, y el Presupuesto de Egresos de la Federación autorizado por la Honorable Cámara de Diputados. Por su parte, la política monetaria perseveró en el objetivo de abatir la inflación. En este sentido, el Banco de México mantuvo una posición neutral; es decir, diariamente procuró igualar la oferta de base monetaria con su demanda.

Además del esfuerzo fiscal y monetario, la estabilización continuó reforzándose con la concertación social, en donde convergen intereses y voluntades de los diferentes agentes económicos. Al respecto, durante 1997 estuvo vigente la Alianza para el Crecimiento -ACE-, convenida en octubre del año previo, con objeto de consolidar el crecimiento y propiciar la generación de empleos.

Un elemento fundamental del programa económico lo representa el fortalecimiento de las fuentes de financiamiento para la inversión productiva. Con el propósito de dar solidez, orientación y congruencia a dicha vertiente, en el ejercicio que se informa se dio a conocer el PRONAFIDE, en donde se comprometen las estrategias del Gobierno Federal para ampliar el ahorro interno público y privado, aumentar la eficiencia de la inversión y utilizar el ahorro externo esencialmente como complemento del interno, a fin de evitar las crisis financieras recurrentes.

La consolidación del crecimiento también reflejó, en gran medida, los efectos de la profundización del cambio estructural. En este sentido, las acciones se dirigieron a fomentar una mayor competencia y eliminar obstáculos a nuevas inversiones, de manera que se generen niveles superiores de eficiencia y competitividad. En materia de desincorporación y mejoramiento del marco regulatorio, sobresalen los avances en telecomunicaciones, electricidad, ferrocarriles, puertos e industria petroquímica.

En resumen, el entorno económico en el que se desarrollaron las acciones de las cuales el Ejecutivo Federal da cuenta a esa Honorable Cámara de Diputados, se distinguió por la consolidación de las tendencias de crecimiento sostenible y sustentable en condiciones de estabilidad de precios, mismo que redundará en forma permanente en la calidad de vida de los mexicanos. Sobre la base de los logros alcanzados, se confirma que la economía es menos vulnerable ante la presencia de eventos externos.

Como se señaló anteriormente, en 1997 la actividad económica consolidó su recuperación. El producto interno bruto alcanzó un crecimiento anual de 7.0 por ciento en términos reales, rebasando con ello lo previsto en los Criterios Generales de Política Económica del año y en el PRONAFIDE en 3.0 y 2.5 puntos porcentuales, respectivamente. Cabe destacar que dicha tasa es la más alta de los últimos 16 años y fue superior en cuatro veces a la dinámica demográfica, y en más de dos a la observada por la población económicamente activa. Además, la evolución del producto fue positiva en los cuatro trimestres del año, destacando en especial la expansión registrada en el segundo y tercer trimestres de 8.6 y 7.9 por ciento, en cada caso. El impulso de la recuperación provino de la reactivación del mercado interno y del permanente incremento de las exportaciones.

 

La diversificación de las fuentes de crecimiento permitió que éste se generalizara a todos los sectores productivos. El sector industrial fue el más dinámico, al presentar un incremento anual de 9.3 por ciento en términos reales, mismo que se sustentó en las cuatro grandes divisiones que lo conforman. La construcción aumentó 10.2 por ciento, debido al mayor número de obras destinadas a fortalecer la infraestructura de riego, agua potable y saneamiento, así como las dirigidas a la edificación y al transporte; la producción manufacturera se expandió en 9.8 por ciento, apoyada en el dinamismo de las exportaciones y en la reactivación de la demanda interna; la generación de electricidad, gas y agua alcanzó una tasa de 5.8 por ciento, dado el incremento en las ventas de energía eléctrica a empresas, hogares y para riego agrícola; y la minería creció 4.3 por ciento, como resultado del desempeño favorable que registraron tanto la extracción de petróleo crudo y gas natural, como la producción no petrolera.

Al interior de las manufacturas, sus nueve divisiones observaron variaciones reales positivas. Maquinaria y equipo presentó el crecimiento más alto con 16.9 por ciento; seguida de la industria del papel, imprenta y editoriales, con 13.7; metálicas básicas, 12.9; otras manufacturas, 12.6; textil, prendas de vestir e industria del cuero, 9.5; madera y sus productos, 8.6; minerales no metálicos, 8.2; química y sus derivados, 5.9; y alimentos, bebidas y tabaco con 3.9 por ciento.

 

El sector servicios aumentó 6.8 por ciento real, que se compara favorablemente con el nivel observado un año antes de 3.0 por ciento. Al respecto, destaca el hecho de que la mayoría de las actividades que participan en él, al no ser comerciables internacionalmente, respondieron sensiblemente a la recuperación del mercado interno. Sobresale el rubro de comercio, restaurantes y hoteles con 9.9 por ciento, resultado del dinamismo de las ventas al menudeo y al mayoreo en establecimientos comerciales, del intercambio de mercancías con el exterior y de los mayores índices de actividad hotelera y restaurantera. El renglón de transporte, almacenamiento y comunicaciones se elevó en 9.5 por ciento, influido por las comunicaciones, el transporte de carga y de pasajeros, y por los servicios conexos al transporte, como las agencias de viajes y las aduanas. Servicios financieros y bienes inmuebles, y servicios comunales, sociales y personales crecieron en 5.6 y 3.5 por ciento, respectivamente, comportamiento asociado con el aumento en los servicios de esparcimiento y con las actividades de carácter profesional.

El sector agropecuario, silvicultura y pesca creció 1.4 por ciento en términos reales debido, fundamentalmente, a la expansión que registró la producción silvícola y ganadera, ya que tanto la actividad agrícola como la pesquera disminuyeron ligeramente. El volumen de la producción forestal maderable se incrementó en 12.7 por ciento, motivada por la mayor demanda de estos productos en el exterior. Por su parte, la actividad pecuaria mantuvo un favorable comportamiento durante el año, destacando los importantes volúmenes alcanzados en carne de aves, leche y huevo. En la agricultura, la producción de los diez granos básicos disminuyó 1.6 por ciento, ante la presencia de fenómenos naturales adversos como las sequías, heladas, huracanes e inundaciones que se registraron en el segundo semestre del año. No obstante, destaca el dinamismo mostrado por cultivos como la soya, arroz, trigo y maíz, que aumentaron 216.1, 24.4, 8.0 y 2.4 por ciento, en cada caso, lo que evitó que la caída de la actividad fuese mayor.

Desde la perspectiva de la demanda agregada, el comportamiento productivo nacional se fundamentó en todos los rubros que la componen, particularmente los correspondientes al mercado interno. Esta situación, a diferencia de la observada durante 1996 cuando el impulso de la actividad económica provino principalmente del sector exportador, permite afirmar que durante el año se fortalecieron y diversificaron las fuentes de crecimiento. La estabilidad y certidumbre en los mercados, así como la reactivación de la economía propiciaron un fuerte incremento en la inversión. De esta manera, la formación bruta de capital registró una tasa anual de 20.9 por ciento en términos reales, al expandirse la capacidad productiva del país. La inversión privada, que representó 80.6 por ciento del total, fue el elemento más dinámico, al elevarse en 25.7 por ciento con respecto al año previo. Por su parte, la pública creció 4.3 por ciento en el mismo período, debido al propósito expreso de fortalecer la infraestructura en sectores estratégicos. Con relación al consumo, éste observó una sensible recuperación al crecer en 5.7 por ciento real, que se compara con la tasa de 1.8 por ciento de 1996. De sus componentes, destaca el privado que aumentó en 6.3 por ciento, como resultado de la tendencia positiva que mostró la masa salarial; es decir, la cantidad de recursos que se pagan en forma de sueldos y salarios, dados los mayores niveles de empleo y la gradual recuperación de las remuneraciones reales en algunos sectores; en tanto que el consumo público creció en 1.8 por ciento. Las exportaciones se elevaron a una tasa anual de 13.0 por ciento real, ligeramente menor a la observada un año antes.

El fortalecimiento económico se acompañó, por segundo año consecutivo, de una importante reactivación del empleo. Además, el Ejecutivo Federal continuó promoviendo diversas medidas orientadas a fomentar la creación de fuentes de trabajo, como el Programa de Empleo Temporal -PET- y los enfocados a coadyuvar en el proceso de modernización del mercado de trabajo y el aparato productivo, mediante la ampliación de la cobertura del Servicio Nacional de Empleo y el otorgamiento de becas de capacitación. De acuerdo con las cifras del IMSS, la ocupación en el sector formal de la economía, medida como el número de asegurados permanentes, presentó un crecimiento anual de 7.4 por ciento. Con respecto a diciembre de 1994, este indicador fue superior en casi un millón de puestos de trabajo. El desempeño sectorial de la ocupación fue acorde con el comportamiento observado a nivel de la producción. Se distingue la industria maquiladora de exportación, que registró un aumento de 19.1 por ciento, seguida por las manufacturas, con 4.9 por ciento. Por su parte, los sectores asociados a la actividad productiva interna presentaron una recuperación más lenta. Tal es el caso de los establecimientos comerciales al mayoreo y al menudeo, así como la industria de la construcción con crecimientos de 2.8, 0.6 y 2.6 por ciento, respectivamente.

 

La tasa de desempleo abierto mantuvo la trayectoria descendente que inició en 1996, al presentar en diciembre de 1997 una proporción de 2.8 por ciento de la población económicamente activa, frente a 4.1 observada en el mismo mes de un año antes. El promedio anual de esta variable se situó en 3.7 por ciento, inferior en 1.8 puntos porcentuales al del año previo, alcanzando con ello niveles similares a los registrados antes de la emergencia económica.

La recuperación del mercado interno, junto con el repunte del empleo, se reflejaron en el inicio de la mejoría del poder adquisitivo de los trabajadores. En ello fueron determinantes los acuerdos establecidos en el marco de la ACE, con base en lo cual, a partir del 3 de diciembre de 1996, los salarios mínimos se incrementaron 17.0 por ciento en las áreas geográficas A y B, mientras en la C fue de 18.1 por ciento. El promedio de las remuneraciones reales en la industria maquiladora de exportación aumentó 1.7 por ciento con respecto a 1996, comportamiento similar al observado por los establecimientos comerciales al menudeo, que lo hicieron en 2.0 por ciento en términos reales. No obstante lo anterior, las retribuciones pagadas en las manufacturas, industria de la construcción y establecimientos comerciales al mayoreo, observaron contracciones anuales reales de 1.2, 3.7 y 0.9 por ciento, respectivamente. Por su parte, los salarios contractuales, sin incluir el bono de productividad, registraron un crecimiento anual promedio de 19.5 por ciento en términos nominales.

 


 

En un ambiente de mayor certidumbre y estabilidad, la inflación mantuvo su tendencia descendente en forma ininterrumpida. La conducción responsable de las políticas fiscal y monetaria fue determinante en los resultados alcanzados. El incremento acumulado del índice nacional de precios al consumidor -INPC- fue de 15.72 por ciento, nivel similar a la meta establecida para el año. Dicha variación representa poco más de la mitad de la registrada en 1996 y menos de la tercera parte de la observada en 1995. Merece destacarse que de mayo a agosto, y posteriormente en octubre se presentaron las tasas de crecimiento mensual más bajas desde diciembre de 1994. La reducción de la dinámica inflacionaria se logró en un contexto caracterizado como de pleno abasto de mercancías, al registrar este concepto un índice promedio de 98.72 por ciento, superior en 0.2 puntos porcentuales al del ejercicio previo.

Uno de los elementos fundamentales para alcanzar un crecimiento productivo firme y duradero que contribuya al bienestar de la población, lo constituye el fortalecimiento de las fuentes de financiamiento internas para la formación bruta de capital. Al respecto, la estrategia trazada en el PRONAFIDE define cuatro vertientes fundamentales, a saber: promover el ahorro del sector privado; consolidar el ahorro público; aprovechar el ahorro externo como complemento del interno; y fortalecer y modernizar el sistema financiero.

El ahorro privado se vigorizará apoyado en el nuevo sistema de pensiones. Este sistema, que entró en vigor en julio del ejercicio que se informa, en el marco de la nueva Ley del Seguro Social, además de garantizar un retiro más digno para los trabajadores, se erige en una pieza clave para la generación de un fondo que permitirá financiar proyectos de larga maduración con alto impacto social. Las Administradoras de Fondos para el Retiro -AFORE- manejan los recursos del sistema mediante la constitución de una o más sociedades de inversión -SIEFORE-, las cuales se encargan de invertirlos en instrumentos que aseguran una adecuada rentabilidad. Por otra parte, este nuevo esquema refuerza la viabilidad financiera del Instituto Mexicano del Seguro Social, en congruencia con las necesidades que plantea la demanda de una población creciente, al tiempo que fomenta la participación del sector formal en la economía, reduce las distorsiones en el mercado de trabajo y propicia una mayor profundización e innovación financiera a través de la concurrencia de nuevos inversionistas. A diciembre de 1997, el sistema contaba con 17 AFORE, en las cuales se habían afiliado casi 11.2 millones de trabajadores, lo que se tradujo en ingresos por 5 mil 567.8 millones de pesos. Respecto a los rendimientos, los recursos depositados obtuvieron una tasa de interés promedio de 21.13 por ciento.

Con el propósito de garantizar a los ahorradores del nuevo sistema de pensiones el adecuado manejo de sus recursos, se reforzó el marco jurídico y regulatorio. Entre las medidas adoptadas, se distinguen las siguientes:

Merece resaltarse que, con el fin de complementar los esfuerzos institucionales orientados a promover el ahorro privado y la inversión, se continuó impulsando una reforma fiscal dirigida al fortalecimiento de los impuestos indirectos, a fin de aminorar el impacto negativo que tiene la imposición directa sobre dichas variables. Como consecuencia de las medidas adoptadas en materia fiscal y de pensiones, se reconocen avances importantes en el desempeño del ahorro privado, que en 1997 alcanzó 21.1 por ciento del producto, superior en 10.3 puntos porcentuales al de 1994.

La segunda vertiente de la estrategia de financiamiento del desarrollo consiste en consolidar el ahorro público. Se trata de aumentar ligeramente los niveles actuales ante el reto que representan las presiones generadas por los programas de seguridad social y de apoyo a deudores y de saneamiento financiero, mediante la adecuada conducción de las políticas de ingreso y gasto. De acuerdo con la metodología del Sistema de Cuentas Nacionales, en 1997 la proporción del ahorro del sector público respecto al producto se ubicó en 3.5 por ciento. Es pertinente recordar que, con finanzas públicas sanas se motivará un mayor ahorro privado, debido a la estabilidad económica que generan.

La conjugación de esfuerzos de los sectores público y privado permitieron que el ahorro interno se elevara en 1.9 puntos del producto entre 1996 y 1997, para ubicarse en 24.6 por ciento en este último año.

Aprovechar el ahorro externo como complemento y no como sustituto del interno, permitirá sentar sobre bases sólidas la estrategia de crecimiento sostenido y sustentable. El objetivo de esta vertiente consiste en complementar las fuentes internas de financiamiento de la inversión con ahorro externo de largo plazo, equivalente a poco más de 3.0 por ciento del producto interno bruto. En este sentido, durante 1997 el déficit de la cuenta corriente se situó en 1.9 por ciento del producto, proporción que resulta moderada y compatible con el propósito de alcanzar un mayor nivel de inversión que si se recurriera sólo a las fuentes internas de financiamiento.

El fortalecimiento y modernización del sistema financiero se erige en un requisito básico para imprimir solidez, eficiencia y confianza a los mercados, de manera que con ello se promueva la captación de fondos suficientes destinados a la inversión. Para avanzar en los propósitos de esta vertiente se perseveró en la revisión del marco regulatorio, al tiempo que se mejoraron la autorregulación, la regulación prudencial y la supervisión. Lo anterior permitió alcanzar una mayor eficiencia en el proceso de intermediación financiera y contribuyó a eliminar prácticas ilícitas.

En materia de autorregulación, regulación prudencial y supervisión sobresalen las siguientes acciones:

En la modernización del sector financiero los cambios más importantes fueron:

El fortalecimiento del sistema financiero también descansó en los programas para apoyar a familias y empresas con problemas de sobreendeudamiento y los orientados al saneamiento de la banca. En el primer caso, se mantuvieron en operación los siguientes:

Merece destacarse que con estas medidas, además de contribuir a dar solidez al sistema financiero, se ha logrado beneficiar a cerca de cuatro millones de deudores.

Con los programas de saneamiento financiero se ha garantizado la seguridad de los recursos de los ahorradores. En tal sentido, se distingue el papel desempeñado por el PROCAPTE, el Programa de Compra de Cartera y el FOBAPROA. Dichas acciones, junto con los cambios en el marco regulatorio y la supervisión, se tradujeron en una notable mejoría en la calidad de los activos y de la cartera crediticia de la banca. El índice de capitalización pasó de 13.2 a 15.8 por ciento, entre diciembre de 1996 e igual mes de 1997. Con ello se contribuyó a sentar las bases para la reactivación del crédito en condiciones más favorables y, en consecuencia, promover de manera sólida y perdurable el crecimiento económico.

Con relación a los costos asociados a los programas de apoyo financiero, es importante destacar que las pérdidas agregadas del sector son compartidas por los accionistas de las instituciones, en tanto que las obligaciones fiscales comprometidas por el Gobierno Federal se asumirán de manera gradual a lo largo de varios años. Durante 1995 y 1996, el fortalecimiento de la situación financiera del sector público hizo posible adelantar una parte importante de los compromisos adquiridos.

Por su parte, FOBAPROA, a través de la empresa Valuación y Venta de Activos -VVA-, continuó con el proceso de saneamiento y venta de los bancos intervenidos o en situación especial. En julio de 1997 VVA realizó la primera y única subasta de venta de activos, en la cual se ofrecieron créditos por un valor nominal de 135 millones de pesos, mismos que fueron enajenados con un descuento promedio de 50.5 por ciento. Conviene señalar que a partir de agosto las funciones de VVA fueron asumidas por FOBAPROA. Por otra parte, con objeto de mejorar la posición financiera de algunos bancos, se autorizaron fusiones y alianzas estratégicas. Dentro de éstas, destaca la inversión en los capitales de Serfín por el Shangai Hong Kong Bank y de Bancomer por el Banco de Montreal.

En resumen, los resultados obtenidos con la cuarta vertiente de la estrategia de financiamiento del desarrollo han sido alentadores. Con una mayor solidez del sistema financiero y elevada penetración en los mercados fue posible aumentar la eficiencia de la inversión. Además, se ha protegido en todo momento la integridad del patrimonio de las familias y empresas depositado en el sistema.

La política monetaria coadyuvó a consolidar la estabilidad de precios y de los mercados financieros. Con este propósito, el Banco de México aplicó una estrategia de corte neutral consistente en igualar diariamente el monto de base ofrecida con la cantidad demandada, a fin de no crear un exceso de base que incidiera en la inflación. Cabe destacar que, en su programa monetario original para 1997, el instituto emisor se comprometió a no usar "largos", debido a que dicha medida podría ser interpretada como un relajamiento de la política monetaria. No obstante, a partir de septiembre las condiciones que dieron origen a esta decisión habían sido superadas sustancialmente, por lo cual quedó sin efecto. Asimismo, se previó que la Banca Central pudiese restringir su suministro de crédito interno, poniendo en "corto" al sistema bancario, con objeto de restablecer el orden en los mercados financieros y evitar posibles presiones inflacionarias. En el transcurso del año no se presentaron situaciones que ameritaran el uso de "cortos" o "largos".

Como resultado de lo anterior, la base monetaria se ubicó en 108 mil 891.0 millones de pesos, cifra superior en 24 mil 900.0 millones con relación al cierre de 1996, que representa un incremento real de 12.0 por ciento. La evolución observada se explica, al menos, por los siguientes factores: el aumento en la demanda de billetes y monedas a que dio lugar el mayor dinamismo económico; la reducción de las tasas de interés; el incremento registrado en la caja de efectivo de la banca, como respuesta al uso más generalizado de tarjetas de débito en lugar de cheques; y la trayectoria descendente de la inflación conforme a lo previsto.

 

Al cierre del año, el crédito interno neto -definido como la diferencia entre el monto de la base monetaria y de los activos internacionales netos- registró un saldo negativo de 51 mil 49.0 millones de pesos. Tal reducción no significó restricción monetaria al sistema, debido a que las variaciones del crédito interno y de los activos internacionales se combinaron para producir el monto demandado de la base monetaria.

Los activos internacionales netos -definidos como la reserva bruta, más los créditos derivados de convenios con bancos centrales a más de seis meses, menos los compromisos financieros con el Fondo Monetario Internacional y los pasivos a menos de seis meses con bancos centrales-, se situaron al 31 de diciembre en 19 mil 824.0 millones de dólares. Dicho monto significó un incremento anual de 13 mil 511.0 millones, que se compara con 2 mil 500.0 millones de dólares previstos para el año. Esta importante acumulación se explica, principalmente, por los elevados ingresos de divisas derivados de las operaciones del Banco de México con PEMEX, y de la compra de moneda extranjera a las instituciones de crédito, a través del mecanismo de opciones de venta de dólares.

Adicionalmente, durante abril y mayo el Instituto Central realizó ajustes a su programa monetario, como consecuencia de movimientos inconsistentes entre las tasas de interés y el tipo de cambio. Destacan el aumento en la captación de recursos mediante la venta de valores gubernamentales; las modificaciones al régimen de encaje cero, con la ampliación de los saldos negativos y de los límites aplicables a los saldos positivos; y la determinación, por una sola vez, de un techo a las tasas de interés correspondientes a operaciones pasivas de 24 horas del Banco Central.

 

Por tercer año consecutivo, la política cambiaria continuó operando bajo un régimen de libre flotación, el cual ha permitido mantener la cotización del peso frente al dólar en niveles más estables. Cabe señalar que la presencia de episodios de alta volatilidad, en particular a finales de octubre y durante noviembre, precipitados por la inestabilidad de los mercados financieros del sudeste asiático, dieron lugar a fluctuaciones cambiarias, pero de menor magnitud y duración que las ocurridas en el pasado por este tipo de eventos. La solidez económica alcanzada, el clima de mayor confianza y certidumbre, y el funcionamiento más eficiente del propio mercado cambiario, son los principales factores que, al reducir la vulnerabilidad del país, permitieron aminorar los efectos de los inesperados cambios en las condiciones externas sobre las perspectivas de crecimiento.

Ante la estabilidad relativa del tipo de cambio y la buena aceptación del esquema de compra de dólares del Banco de México a las instituciones financieras para acumular reservas internacionales, la Comisión de Cambios resolvió incrementar gradualmente la oferta de opciones desde el inicio de 1997. Sin embargo, dada la rápida generación de activos internacionales y los crecientes flujos de capital provenientes del exterior, en septiembre se propuso reducir el monto de la subasta hasta llegar al cierre del año a 250.0 millones de dólares. A través de este mecanismo fue posible generar reservas por 4 mil 421.0 millones de dólares.

Por otra parte, la prudente acumulación de activos internacionales lograda desde 1996 hizo posible la adopción de un mecanismo adicional, dirigido a moderar la volatilidad del tipo de cambio, en especial en períodos de incertidumbre en los mercados financieros. Así, a partir de febrero la Comisión de Cambios determinó llevar a cabo ventas contingentes de dólares por parte del Banco Central, conforme al cual se ofrecen en subasta 200.0 millones de dólares en caso de ser la depreciación diaria del tipo de cambio para solventar obligaciones en moneda extranjera superior a 2.0 por ciento. Tal situación se presentó el 27 y 30 de octubre, así como el 6 de noviembre, por lo que fue necesario aplicar este mecanismo y vender a los bancos un total de 600.0 millones de dólares.

La estabilidad económica, el manejo prudente de las políticas fiscal y monetaria, y las mejores expectativas sobre la evolución futura de la economía, propiciaron un desempeño favorable de las variables financieras. Durante los primeros nueve meses del año las tasas de interés mostraron una marcada tendencia a la baja, misma que se vio interrumpida en octubre, ante la presencia de eventos de origen externo. No obstante, la fortaleza de la economía permitió que los efectos de tal situación fueran de carácter transitorio y de menor magnitud, con respecto a lo que este tipo de acontecimientos propiciaba en el pasado. De esta manera, la tasa primaria de CETES a 28 días cerró el año en 18.75 por ciento, frente a 27.25 de un año antes. El resto de las tasas líderes, TIIE, TIIP, CPP y CCP mostraron una trayectoria similar a la de los CETES, observando repuntes en el último trimestre. Sin embargo, el nivel registrado por estos indicadores al cierre del año previo significó una reducción anual de poco más de nueve puntos porcentuales.

 

Los niveles de ahorro continuaron recuperándose. El ahorro financiero -M4 menos billetes y monedas en poder del público- alcanzó al término de 1997 un crecimiento anual de 11.7 por ciento real, frente a 4.4 por ciento del ejercicio previo. Con relación al tamaño de la economía, este agregado se situó en 44.4 por ciento; es decir, 0.8 puntos porcentuales por arriba del nivel observado en 1996. Lo anterior se explica, principalmente, por el comportamiento de la tenencia de valores gubernamentales por parte del sector privado no financiero, misma que se elevó en 37.7 por ciento en términos reales respecto al año anterior, con lo cual su contribución al ahorro pasó de 12.1 a 14.9 por ciento en igual lapso. También influyó el dinamismo del SAR, que alcanzó una tasa anual de 38.8 por ciento real. Su magnitud relativa en el total del ahorro aumentó en 1.7 puntos porcentuales para ubicarse en 9.0 por ciento. La captación bancaria presentó un incremento real de 3.2 por ciento en igual período, lo que incidió en su participación en el total, que pasó de 79.3 a 73.3 por ciento. Cabe destacar que para satisfacer sus necesidades de fondeo, las empresas privadas recurrieron en mayor medida a la emisión de papel comercial, la cual se elevó en forma importante al alcanzar una tasa real de 77.3 por ciento.

 

El financiamiento de la banca múltiple al sector privado no bancario se contrajo por tercer año consecutivo, a pesar de las favorables condiciones económicas. Durante el ejercicio dicho agregado presentó una caída anual de 8.1 por ciento en términos reales, atribuible a factores tanto de demanda como de oferta. En el primer caso, conviene recordar que todavía se observa un considerable nivel de sobreendeudamiento de las familias y empresas, además de que, si bien las tasas de interés activas se han reducido, aún continúan siendo elevadas; en tanto que, por el lado de la oferta, influyó la aplicación de una política de crédito más cautelosa por parte de los bancos.

El comportamiento del sector externo fue acorde con las previsiones del programa económico. En su evolución influyeron, básicamente, los efectos del importante crecimiento económico; las mejores perspectivas sobre su desempeño futuro; y la mayor liquidez internacional, con su consecuente aumento en el flujo de capital externo hacia el país, sobre todo de largo plazo. De esta manera, la cuenta corriente registró un saldo deficitario, mismo que estuvo plenamente financiado con recursos estables, principalmente, inversión extranjera directa.

 

El déficit en cuenta corriente ascendió a 7 mil 448.4 millones de dólares. Ello fue consecuencia, fundamentalmente, de la evolución de la balanza comercial, que acumuló un saldo positivo por 623.6 millones de dólares, inferior en 5 mil 907.4 millones al observado en 1996. El desempeño de las importaciones se erigió en el elemento determinante de esta contracción. Su monto ascendió a 109 mil 807.8 millones de dólares, lo que representó un incremento anual de 22.7 por ciento. La variación se explica por los mayores requerimientos de insumos y de bienes de capital incorporados a los procesos productivos de exportación, así como a la reactivación de la demanda interna. Por tipo de bien, los intermedios aumentaron a una tasa anual de 18.7 por ciento y representaron 77.7 por ciento del total; los de capital se expandieron en 38.4 por ciento y participaron con 13.8 por ciento; y los de consumo crecieron 40.1 por ciento y aportaron el restante 8.5 por ciento.

Las exportaciones se elevaron a un ritmo anual de 15.0 por ciento, para ubicarse en 110 mil 431.4 millones de dólares, nivel sin precedente en la historia del país. El dinamismo estuvo influido por el sector manufacturero, que contribuyó con 85.8 por ciento del total y se elevó en 18.1 por ciento. A su interior destaca la industria maquiladora, que registró una expansión anual de 22.3 por ciento, mientras que las ventas al exterior diferentes de la maquila lo hicieron en 14.4 por ciento, frente a 22.4 por ciento de un año antes. Lo anterior debido, en mayor medida, a la reducción de las ventas de la industria automotriz. Por su parte, los productos petroleros cayeron en 2.8 por ciento, como consecuencia de la disminución en el precio promedio del crudo, que pasó de 18.94 a 16.46 dólares por barril de 1996 a 1997, lo cual significó una reducción de 13.1 por ciento, misma que fue parcialmente contrarrestada por un aumento de 11.5 por ciento en el volumen exportado.

 

La balanza de transferencias registró un superávit de 5 mil 247.4 millones de dólares derivado, fundamentalmente, de las remesas enviadas por residentes en el exterior hacia el país. En contraste, las balanzas de servicios factoriales y no factoriales resultaron negativas en 12 mil 789.5 y 529.9 millones de dólares, influidas por el pago de intereses y los gastos por fletes y seguros asociados a la importación de mercancías.

La cuenta de capital presentó un superávit de 15 mil 410.6 millones de dólares, que se compara con 4 mil 69.2 millones obtenidos en 1996. Ello se atribuye, principalmente, a la cuantiosa entrada de recursos por concepto de inversión extranjera directa y, en menor medida, de cartera. Dichos factores compensaron el pago anticipado de las obligaciones financieras contraídas para hacer frente a la emergencia económica y el incremento en los pasivos del sector privado, como resultado de la creciente colocación de valores y disposiciones de líneas de crédito contratados en el exterior.

El superávit de la cuenta de capital, además de financiar el déficit en la cuenta corriente, permitió elevar en 10 mil 493.7 millones de dólares las reservas internacionales del Banco de México, cuyo monto al cierre del año fue de 28 mil 2.9 millones de dólares.

A fin de complementar los esfuerzos realizados para sustentar el crecimiento y el empleo, en 1997 continuó profundizándose el cambio estructural. Se trata de asegurar niveles superiores de eficiencia y competitividad del aparato productivo, mediante la promoción de una mayor competencia y la eliminación de obstáculos a nuevas inversiones. En este sentido, las acciones se orientaron a fortalecer el proceso de desregulación, continuar con la desincorporación y fomentar la participación de los sectores privado y social en áreas indispensables para la economía, como la distribución de gas natural y la producción externa de energía eléctrica. Sobre el particular, destacan las siguientes medidas y resultados:

Telecomunicaciones

Ferrocarriles

Puertos

Electricidad

Gas Natural

Hidrocarburos

Petroquímica

Acciones de Desregulación

La sólida tendencia de crecimiento con estabilidad y equidad ha tenido en las finanzas públicas uno de sus pilares fundamentales. En 1997, su adecuada conducción contribuyó a dar fortaleza a los mercados, mediante un sano financiamiento del gasto, al tiempo que apoyó la recuperación de la actividad productiva a través de cambios en la estructura del ingreso y el gasto, mismos que estimularon la inversión tanto pública como privada, la generación de empleos y el fortalecimiento del ahorro interno.

Ante la necesidad de enfrentar los costos derivados de las reformas al régimen de seguridad social y de los programas de alivio a deudores y de saneamiento financiero, desde el programa original de finanzas públicas se precisaba el esfuerzo extraordinario que, en materia de ingreso y gasto, se requería para absorberlos. Considerando dichas presiones -estimadas en 1.02 puntos porcentuales del producto-, se propuso como meta un déficit presupuestario equivalente a 0.5 por ciento del producto.

Para alcanzar esta meta, la política tributaria se orientó a recuperar y fortalecer las fuentes estables de ingresos, al tiempo que buscó estimular el ahorro interno, la inversión y el empleo. Al respecto, se adoptaron diversas medidas encaminadas a inducir una distribución más equitativa de la carga tributaria, ampliar la base de contribuyentes, intensificar las acciones de fiscalización y promover el cumplimiento voluntario de las obligaciones fiscales. También se renovaron la mayoría de los estímulos fiscales otorgados en 1996, favoreciendo la inversión productiva y la generación de empleos.

La política de precios y tarifas coadyuvó de manera importante al fortalecimiento financiero del sector paraestatal, la provisión de insumos estratégicos, la reducción de la inflación y la protección del ingreso y el consumo de la población más vulnerable. Los ajustes efectuados en el año fueron definidos mediante la concertación entre los diferentes sectores productivos, considerando entre otros criterios: la inflación esperada, el nivel de los subsidios otorgados por las entidades y los costos alternativos de comercialización.

En el diseño y aplicación de la estrategia de gasto público se puso especial énfasis en el mejoramiento del bienestar de la población, a partir del fortalecimiento de los programas integrales de combate a la pobreza y de aquéllos orientados a dar respuesta a las demandas generales de la sociedad. También se buscó la promoción del crecimiento económico mediante el fomento a la inversión en infraestructura básica. Conviene mencionar que en apoyo a la estabilidad económica, el ejercicio de los fondos públicos se adecuó a la disponibilidad no inflacionaria de recursos. Para ello, fue necesario realizar un esfuerzo de reducción de las erogaciones corrientes que no estuviesen asociadas con los programas sociales, ni con la producción de bienes y servicios básicos, reorientando los recursos liberados hacia programas considerados como prioritarios y a cubrir el costo de la reforma al sistema de seguridad social. Asimismo, se diseñaron nuevos mecanismos de financiamiento para la inversión pública, lo que permitió captar recursos importantes del sector privado destinados a impulsar proyectos en los sectores energético y comunicaciones y transportes, principalmente.

La saludable posición financiera del sector público permitió mantener una política de deuda pública orientada al refinanciamiento de los pasivos existentes, con objeto de mejorar el perfil de vencimientos y su costo. Al respecto, en el frente externo se procuró diversificar las fuentes de financiamiento, así como lograr un mayor acceso a los mercados de capital que ofrecen condiciones favorables en términos de costo y plazo. Por su parte, los esfuerzos en materia de deuda interna se enfocaron a la colocación de instrumentos de más largo plazo. Estas acciones resultaron fundamentales para reducir la vulnerabilidad del sistema económico ante variaciones no previstas de las tasas de interés y de la paridad cambiaria.

 

EVOLUCION DE LAS FINANZAS PUBLICAS
( Millones de Pesos )

    1 9 9 6     1    9    9    7      Variaciones Respecto a:
C O N C E P T O       P R E S U P U E S T O Presupuesto Original 1  9  9  6
       Ejercido Original Ejercido   Importe

%

%  Real *
BALANCE PRIMARIO 108 789.2 103 803.6 113 699.0 9 895.4 9.5 -12.0
BALANCE PRESUPUESTARIO (810.9)    (15 890.0) (10 116.8)        5 773.2 (36.3) 950.4
Ingresos Presupuestales  1/ 580 722.0 694 900.6 737 180.9 42 280.3 6.1 6.9
   Gobierno Federal 392 566.0 471 752.2 508 743.8 36 991.6 7.8 9.1
   Organismos y Empresas 188 156.0 223 148.4 228 437.1 5 288.7 2.4 2.2
Gasto Neto Presupuestal Pagado 581 532.9 710 790.6 747 297.7 36 507.1 5.1 8.2
     - Gasto Pagado en Trámite    
     - Adefas Pagadas 3 531.4 11 855.0 9 347.3 (2 507.7) (21.2) 122.9
    + Adefas a Pagar 5 888.8 14 999.0 8 518.2              (6 480.8) (43.29 21.8
Gasto Neto Devengado  1/ 583 890.3 713 934.6 746 468.6 32 534.0 4.6 7.6
   Gasto Programable 403 449.5 506 692.8 528 123.9 21 431.1 4.2 10.2
   Gasto no Programable   180 440.8 207 241.8 218 344.7 11 102.9 5.4 1.9

*  Deflactado con el índice de precios implícito del producto interno bruto.
1/ En ejercido 1996 y 1997 excluye 12 272.4 y 11 234.8 millones de pesos respectivamente,
por concepto de intereses compensados.
FUENTE: Poderes Legislativo y Judicial, Organos Autónomos, Dependencias del Gobierno Federal y Entidades
del Sector Paraestatal de Control Presupuestal Directo.

Acorde con la estrategia trazada, en 1997 el balance presupuestal arrojó un saldo deficitario, mismo que medido en términos del producto interno bruto alcanzó un nivel de 0.3 por ciento. De excluir en este resultado el costo fiscal asociado con los programas de apoyo financiero y con la reforma a la seguridad social se obtendría un superávit de 1.5 por ciento. Ello indica que el balance deficitario obedeció, en la práctica, a una forma de prepago de algunas obligaciones del propio sector público. De esta manera se constata que se puede impulsar la reactivación económica y el reparto equivativo de sus beneficios, sin afectar la solidez de las finanzas públicas.

 

Por su parte, el balance primario del sector público presupuestario -balance presupuestario menos el costo financiero de la deuda y de los programas de apoyo financiero- se ubicó en un nivel equivalente a 3.6 por ciento del producto, menor en 0.7 puntos porcentuales al de un año antes. Conviene resaltar que el efecto de esta reducción sobre el balance presupuestario se compensó con la disminución observada en el costo financiero de la deuda, derivado de las mejores condiciones de contratación en términos de costo y plazo.

 

El manejo disciplinado de los recursos públicos permitió que el ahorro corriente del sector público alcanzara un nivel de 5.6 por ciento del producto.

Este resultado es compatible con los objetivos del PRONAFIDE, orientados a incrementar el ahorro interno e impulsar la inversión productiva.

El desempeño de los ingresos del sector público presupuestario continuó siendo un factor clave en los resultados de las cuentas fiscales. Su nivel mejoró las expectativas, al rebasar en 6.1 por ciento lo estimado en la Ley de Ingresos y en 6.9 por ciento real lo reportado el ejercicio precedente. De esta manera, su participación relativa en el producto interno bruto se ubicó en 23.2 por ciento, mayor en 0.8 puntos porcentuales a la meta e igual al de un año antes. Ello se asocia en gran medida con el comportamiento de la recaudación tributaria, que superó en 10.6 por ciento la previsión original y en 16.5 por ciento real lo reportado en 1996. El coeficiente de estos gravámenes con respecto al producto, pasó de 9.0 a 9.8 por ciento, en igual lapso. La recuperación de la actividad económica y las medidas adoptadas para mejorar el cumplimiento de las obligaciones fiscales y elevar la eficiencia de la administración y fiscalización tributaria, dan cuenta del comportamiento observado.

Los ingresos no tributarios prácticamente mantuvieron su nivel real respecto a 1996, al mostrar un ligero decremento de 0.9 por ciento; no obstante, con relación a lo programado fueron superiores en 3.7 por ciento. La variación anual se explica por la combinación de un menor precio de exportación de la mezcla mexicana de petróleo, que pasó de 18.94 a 16.46 dólares por barril entre 1996 y 1997, y el crecimiento de los ingresos extraordinarios derivados de la desincorporación de empresas públicas. La diferencia con lo proyectado se atribuye a la mayor cotización del crudo de exportación, respecto a la estimación original.

Por su parte, los ingresos reportados por los organismos y empresas distintos de PEMEX mostraron un significativo dinamismo, al rebasar en 11.2 por ciento lo estimado y registrar un incremento anual de 5.2 por ciento a precios constantes. Lo anterior estuvo determinado por los mayores niveles de operación de CFE, ASA, CAPUFE, LOTENAL y el aumento en las cuotas percibidas por el ISSSTE.

La favorable evolución de los ingresos permitió ampliar los márgenes de maniobra para incrementar el presupuesto destinado al desarrollo social y a la inversión pública. El gasto neto registró un nivel superior a la previsión original en 4.6 por ciento y a la cifra observada un año antes en 7.6 por ciento real. Su nivel en el tamaño de la economía se situó en 23.5 por ciento, que se compara con 23.3 y 23.1 por ciento de 1996 y de la meta, respectivamente.

Las erogaciones programables, a través de las cuales se atienden las prioridades del desarrollo nacional, registraron un crecimiento anual de 10.2 por ciento a precios constantes y superaron en 4.2 por ciento el presupuesto original. Su participación relativa en el producto se ubicó en 16.6 por ciento, mayor a la de un año antes y a la estimación original en 0.5 y 0.2 puntos porcentuales, en cada caso. Cabe destacar que del gasto programable sectorial, 52.6 por ciento se destinó a elevar el bienestar de la población, en especial de los grupos más vulnerables, fortaleciendo con ello la orientación social del presupuesto.

En cuanto a sus componentes se distingue el gasto corriente que absorbió 78.8 por ciento; esto es, 2.2 puntos porcentuales más que en 1996. Ello implicó rebasar lo ejercido el año anterior en 13.4 por ciento real y lo programado en 3.3 por ciento. Lo anterior se explica por la importancia conferida a la ampliación y mejoramiento de los servicios básicos, el costo de las reformas efectuadas al sistema de seguridad social y las necesidades derivadas del proceso de privatización de FERRONALES.

Conforme al objetivo de promover el crecimiento económico y fortalecer la infraestructura productiva, la inversión pública presupuestaria -inversión física directa más las aportaciones de capital a las entidades de control presupuestal indirecto- presentó un crecimiento anual de 11.6 por ciento real y de 3.1 con relación a lo previsto. Con estos recursos se apoyaron básicamente los proyectos desarrollados en los sectores Energético, Comunicaciones y Transportes, Desarrollo Social y Desarrollo Agropecuario, mismos que absorbieron 90.7 por ciento del total. Para dar un mayor impulso a la inversión pública se alentó la participación del capital privado bajo un nuevo esquema de financiamiento, denominado PIDIREGAS, los cuales se concentraron en los sectores Energético y Comunicaciones y Transportes.

El gasto no programable fue superior a la meta en 5.4 por ciento y respecto a un año antes en 1.9 por ciento real. En el primer caso la variación se debió principalmente al aumento de los recursos destinados a los programas de alivio a deudores y de saneamiento financiero; mientras que el dinamismo anual se asocia con las participaciones a entidades federativas y municipios, mismas que aumentaron a una tasa anual de 12.3 por ciento a precios constantes. En contraste, el renglón de intereses, comisiones y gastos de la deuda fue inferior a la previsión original en 22.8 por ciento y a lo observado en 1996 en 20.6 por ciento real. De esta forma, su nivel en el tamaño de la economía disminuyó en 1.0 punto porcentual con relación al ejercicio previo, al ubicarse en 2.6 por ciento. La contracción anual se atribuye, al menos, a tres factores: la efectividad de la política orientada a reducir el costo y mejorar el perfil de vencimientos de los pasivos públicos; la reducción de las tasas de interés internas, dada la menor inflación y la estabilidad de los mercados financieros; y un nivel inferior de las tasas externas. La diferencia con lo estimado se relaciona con un nivel de inflación, tipo de cambio y tasa de interés distintos a los parámetros contemplados en la elaboración del presupuesto original.

Sin duda, el camino recorrido en estos años para retomar la senda del crecimiento ha requerido del trabajo y empeño de todos. Gracias a ello, los resultados en materia económica han sido satisfactorios. Sin embargo, se reconoce que los salarios de los trabajadores y los ingresos de las familias no han recuperado los niveles que se tenían antes de la emergencia económica, por lo cual se considera indispensable redoblar esfuerzos y mantener el rumbo, a fin de cumplir plenamente con el objetivo último de la política económica: elevar en forma permanente la calidad de vida de los mexicanos.