Nació en la ciudad de Puebla, en el primer año de la lucha por la Independencia de México. Obtuvo el título de Abogado en el Colegio de Notables en Roma (de la Orden de los Jesuitas). En 1844, siendo diputado por su estado natal el presidente interino Valentín Canalizo lo designó Secretario de Hacienda. Abandonó el cargo al mes y medio para sumarse a las filas santannistas en contra del movimiento federalista, encabezado por el general Mariano Paredes y Arrillaga.

Al inicio de la guerra contra Estados Unidos, durante el gobierno del presidente Mariano Salas, ocupó de nuevo la cartera de la Secretaria de Hacienda. Su propósito de elaborar un proyecto de consolidación de la deuda interna se vio impedido por la guerra. Ante esta situación renunció al cargo a los dos meses de haberlo aceptado, teniendo que cancelar el Decreto de Abolición de Alcabalas emitido un mes antes. Su renuncia acontece durante los días en que se levantaba una protesta por parte de los grupos ultramontanos por el préstamo  forzoso  que el gobierno impuso al clero regular y secular en todo el país, seguido de un fallido intento de desamortizar las propiedades de la iglesia. Antes de finalizar la guerra se exilió viajó a la ciudad de París, Francia, donde publicó un texto en el que justificaba el restablecimiento del sistema monárquico, intitulado: Exposición que dirige a sus conciudadanos y opiniones del autor sobre la monarquía constitucional.

A su regresó a México después de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), fue electo Senador y representó a los grupos identificados con las posturas ultramontanas y monárquicas. En 1852 fue designado Presidente de la Suprema Corte de Justicia, razón por la cual en enero de 1853 ocupó interinamente la Presidencia de país luego de la renuncia del general Mariano Arista. En abril de ese año, se incorporó al gabinete de su sucesor en la presidencia interina, Juan Bautista Ceballos, como Secretario de Hacienda. En mayo, presentó un proyecto para reordenar en tres grandes sectores todos los ramos de la Hacienda pública: el primero fue denominado “Patrimonio de la Federación”, los otros dos quedaron bajo el rubro “Rentas de la Nación”, a través de los cuales hacía un amplio listado de los renglones que compondrían los ingresos nacionales, reconociendo que se mantendrían todas “las contribuciones y demás rentas existentes”, salvo el de capitación, que ya había sido anulado. Acerca de este proyecto, Carlos J. Sierra comenta que se trataba de un verdadero modelo para su época, porque constituía “el primer antecedente de la Ley General de Bienes Nacionales”.  En esta propuesta se incluyeron todos los renglones de la riqueza nacional, incluso, aquellos que habían estado hasta entonces “en posesión…de los Estados”. Eran considerados bienes nacionales el territorio y sus componentes (ríos, arroyos y lagos), minas de todo tipo de metales, además de las propiedades públicas (terrenos baldíos), los estancos (salinas y nieves entre otros) y diversos tipos de bienes muebles e inmuebles, fueran o no, propiedad pública.

En julio de ese año, Haro y Tamariz renunció al cargo luego de que Santa Anna rechazara su Informe 2. En este se oponía al proyecto de creación de un Banco Nacional, propuesto por Manuel Escandón, principal financiero del gobierno y poderoso empresario de su época. A cambio, sugirió una propuesta de reforma financiera y fiscal que afectaba tanto a los acreedores como al clero, ya que proponía vender los bienes de manos muertas para restablecer el crédito, a la vez que cancelaba por un año las hipotecas que pesaban sobre los ingresos públicos.

Tras de su separación del régimen santannista, decidió irse a vivir a San Luis Potosí. Apoyó el Plan de Ayutla, que exigía la renuncia de Antonio López de Santa Anna, pero rompió pronto con quienes lo suscribían en razón del ascenso de los liberales. En oposición a estos propuso el establecimiento de una monarquía constitucional encabezada por el hijo de Agustín de Iturbide. Por ese motivo fue desterrado a Francia, donde tuvo la oportunidad de respaldar el proyecto del Imperio de Maximiliano. 

En 1862, en medio de la intervención francesa, regresó a México con el propósito de apoyar el establecimiento de un régimen monárquico encabezado por el archiduque Maximiliano de Habsburgo. Pronto, Haro y Tamariz, se distanció del gobierno del emperador, desilusionado por las reformas liberales que este trataba de implementar. En 1864, tras el fusilamiento del Maximiliano, se refugió en Roma donde falleció en el Noviciado de la Compañía de Jesús.

1 Ver Jan Bazant, Antonio Haro y Tamariz y sus aventuras políticas, 1811-1869, México, Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, 1985.
2 Informe presentado al Excelentísimo Sr. Presidente de la República, por el Ministro de Hacienda, sobre los puntos que en él trata. México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1853, 30 p.